¿Soledad de mí, o soledad del mundo?

¿Alguna vez has sentido que no basta con tu sola presencia?

¿Eres de las personas que al estar solo necesitas de tu celular, de la televisión, de algún libro o alguna otra distracción?

¿Siempre que sales debe ser acompañado?

La verdad es que la mayoría de nosotros hacemos cualquier cosa por evitar la “soledad”, y lo pongo entre comillas porque en realidad nunca lo estamos, pues mínimo nos tenemos a nosotros mismos y sin duda somos una buena compañía.

En el consultorio he conocido a un sin número de personas que están haciendo lo posible por cambiar ese estatus de “soledad” (a veces hasta por presión social), pero durante la terapia nos damos cuenta que a pesar de que aseguren querer estar acompañados, hacen muchas cosas para mantenerse solos; me atrevo a decir que la capacidad que tienen para alejar a las personas es proporcional a su edad porque, he de confesar que entre más tiempo pasa, más exigentes nos volvemos, y difícilmente alguien llena nuestras expectativas (y no sucederá, hasta que nos permitamos darnos una oportunidad).

También es cierto que existe otro gran número de personas que se encuentra en una relación de pareja pero, la pareja es la última persona con la que tienen una “relación”; lo que hacen, lo que sienten, incluso lo que sueñan, lo conocen más otras personas que su compañero(a) de vida.

Puedo referirme también a otro segmento de personas al que formamos parte todos los mortales, pero el común denominador de humanos pertenecemos a esa tropa que está dispuesta a convivir y relacionarse con otros, aunque siempre existirán esas psicotrampas que nos hacen juzgar, crear ideas erróneas que después hacemos realidad llevándolas a la práctica.

Algunos ejemplos:

  • ¿Te fijaste como me miró?
  • Estoy casi segura de que la manera como me contestó fue porque no le pareció que le hablara a fulanito
  • Estoy decidida a no marcarle hasta que él lo haga
  • No saludaré a nadie al llegar, a fin de cuentas no pertenezco a su grupo
  • No lo voy a felicitar, él ni siquiera me marcó en mi cumpleaños

El problema al convivir con los demás es que, lo que percibo, lo llevo al punto en el que si lo siento, entonces luego existe, y al final se vuelve real. Por tal motivo, convivir con las demás personas puede ser un poco difícil, entre lo que yo pienso que crees de mí, lo que tú piensas que yo creo de ti, más las psicotrampas que día con día nos llevan a ponerle más leña al fuego; esto se convierte en un juego sin fin donde los problemas para llevarla bien y poder ver a los otros tal y como son puede ser imposible.

Juzgar, juzgar y más juzgar, porque creemos que lo que nosotros pensamos es lo correcto; creer, creer y creer que si nosotros estuviéramos en los zapatos del otro actuaríamos de diferente manera, pero ¿saben?, si estuviéramos en ese lugar, contaríamos con los mismos recursos, y lo más probable es que haríamos lo mismo.

Cada uno de nosotros vive una vida que por sí sola cuenta con sus propios problemas, tristezas, alegrías, éxitos, etc. Sería bueno tener esas ganas de querer cambiar y darnos a la tarea de vivir cada minuto tratando de no juzgar, de no responder y de no pensar por los demás.

¿Es un reto? Te invito a practicarlo, entre más lo hagas, más rápido te darás cuenta que tus relaciones con la gente que te rodea empezarán a fluir de una manera más libre.

Mts. Wendy Barajas Amézquita

Psicóloga y Psicoterapeuta

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face: Terapeuta Wendy Barajas

Tw. @WendyBarajasA

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